Estatua de Kusunoki Masashige en Tokio, un samurái icono del bushido.
Estatua de Kusunoki Masashige
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Confucianismo
El culto y la adoración a los antepasados y de poderes entre los cuales el Cielo es el más claro procede claramente del confucianismo. Otro elemento de importancia en el confucianismo es el emperador, también llamado el Hijo del Cielo, mediador entre el Cielo y los hombres. La práctica del Ren supone las virtudes de “lealtad” y la “compasión” pudiendo practicar la justicia y los buenos principios, llamados Yi. El hombre que practica las virtudes es un Junzi, un hombre superior lo que se opone a Shunin, los plebeyos pero debe resaltarse que el término se refiere a superioridad moral no vinculado al origen social.
El culto y la adoración a los antepasados y de poderes entre los cuales el Cielo es el más claro procede claramente del confucianismo. Otro elemento de importancia en el confucianismo es el emperador, también llamado el Hijo del Cielo, mediador entre el Cielo y los hombres. La práctica del Ren supone las virtudes de “lealtad” y la “compasión” pudiendo practicar la justicia y los buenos principios, llamados Yi. El hombre que practica las virtudes es un Junzi, un hombre superior lo que se opone a Shunin, los plebeyos pero debe resaltarse que el término se refiere a superioridad moral no vinculado al origen social.
Budismo
El Budismo otorgaba al guerrero un estoicismo pleno y tenaz que acompañaba al samurái hasta los últimos días de su vida. El Bushi acepta la muerte como una realidad ineludible y confía en su carácter como constructor de su destino. En palabras del Príncipe de Mito:
"Cualquiera puede introducirse en lo más reñido de la batalla y morir. Es fácil para un patán, pero para un samurái es verdadera decisión justa en la ecuanimidad, y un verdadero valor saber vivir cuando ha de vivir, y morir cuando ha de morir".
El budismo ofrecía al Bushidō un método de contemplación subyacente a un fenómeno que ponía al guerrero en armonía con el absoluto.
El Budismo otorgaba al guerrero un estoicismo pleno y tenaz que acompañaba al samurái hasta los últimos días de su vida. El Bushi acepta la muerte como una realidad ineludible y confía en su carácter como constructor de su destino. En palabras del Príncipe de Mito:
"Cualquiera puede introducirse en lo más reñido de la batalla y morir. Es fácil para un patán, pero para un samurái es verdadera decisión justa en la ecuanimidad, y un verdadero valor saber vivir cuando ha de vivir, y morir cuando ha de morir".
El budismo ofrecía al Bushidō un método de contemplación subyacente a un fenómeno que ponía al guerrero en armonía con el absoluto.
Zen
Su práctica Zen liberó su mente de la distracción y lo habilitó para perseguir la perfección en todas las cosas, desde haiku (modalidad de verso Japonés) hasta seppuku (ritual suicida, también conocido como harakiri). La rama Zen del Budismo se adapta a las características guerreras del samurái y a su culto al valor lo que se plasma en el haiku:
"Me alegra saber que todo está vacío. Honor a la espada del enemigo, solo herirá la brisa de la primavera con el fulgor del relámpago.".
Su práctica Zen liberó su mente de la distracción y lo habilitó para perseguir la perfección en todas las cosas, desde haiku (modalidad de verso Japonés) hasta seppuku (ritual suicida, también conocido como harakiri). La rama Zen del Budismo se adapta a las características guerreras del samurái y a su culto al valor lo que se plasma en el haiku:
"Me alegra saber que todo está vacío. Honor a la espada del enemigo, solo herirá la brisa de la primavera con el fulgor del relámpago.".
Shintoísmo
Por otro lado, el shintoísmo otorgó al bushidō valores éticos de afinidad y amor por todas las cosas vivas, y una profunda enseñanza de la lealtad con el soberano en su aspecto más tradicional. El shintoísmo creía en la pureza de lo innato, con lo que no había en él cabida para el pecado original. Las obras de Mencio y Confucio eran las principales enseñanzas para los jóvenes samuráis y una interesante pauta de resolución para asuntos mayores.
Wan Yang Ming, uno de los grandes sabios de la filosofía china que más influyó en las mentes de todos los samuráis, sostenía como criterio moral básico que "Hablar y hacer son lo mismo".
Por otro lado, el shintoísmo otorgó al bushidō valores éticos de afinidad y amor por todas las cosas vivas, y una profunda enseñanza de la lealtad con el soberano en su aspecto más tradicional. El shintoísmo creía en la pureza de lo innato, con lo que no había en él cabida para el pecado original. Las obras de Mencio y Confucio eran las principales enseñanzas para los jóvenes samuráis y una interesante pauta de resolución para asuntos mayores.
Wan Yang Ming, uno de los grandes sabios de la filosofía china que más influyó en las mentes de todos los samuráis, sostenía como criterio moral básico que "Hablar y hacer son lo mismo".
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